domingo, 13 de septiembre de 2015

Noche de rock

Allí estabamos todos

en aquella noche
saltando y gritando.
Estuvimos bebiendo
más de nuestras posibilidades.


Saltamos como si fueramos a tocar el cielo,
como si saltando llegaramos a coger estrellas.


También cantamos todo lo que
cantaba el cantante de la orquesta.
Extremoduro, Marea, Porretas, Rosendo, Ska-p.


El sonido era espectacular.
Nos ponía a todos
la piel de gallina.


La luz era radiante.
Los focos alumbraban
sobre todo la parte delantera
del escenario.


Donde se encontraban
las rockeras
bailando en la plaza del pueblo.
Entre ellas
 había una que me caló
de tal forma que no pude secarme.


Movía la cabeza,
de un lado hacia otro.


Cantaba al ritmo
del bajo.


Y fumaba al son
de sus labios
calada tras calada
hasta llegar a calarme.


Se fijó en mi camiseta
y entablamos conversación.
Me ofreció un piti,
pero lo rechacé.


Yo quería sus labios.
Sentir sus labios
sería lo único
que me hubiera hecho feliz en aquel momento,
pero me rechazó.


Hoy no recuerdo su nombre,
creo que es porque no se lo pregunté.
Pero hay una cosa
que se.


Aún no sabiendo
nuestros nombres
ambos nos enamoramos.


Aquella noche
nos enamoramos
del rock and roll.